Érase mi mente en blanco que galopó caballos hasta las piedras. Así la vida en el barranco: Recogiendo brisa. Amanecido escribo de ti sintigo, para mí, sin más. Érase que alguna vez ofrecí todo lo que fui. Dios de los mil nombres con el mar en las manos , constante y vital, lengua de colibrí, ala que abrió la noche. Napalm de estrellas caídas, besos en andenes rotos de tiempo, poesía debajo del puente que dormita con un ojo abierto, tiempo que nos atraviesa y arranca de la foto más hermosa nuestro perfil. Pupila que traspasas veloz, salvaje soledad que montas por viejos continentes. Con todas mis edades juntas cabalgo mi inútil osadía al buscar el sol infinito de tu clave. Recuerdas la pandémica e inspiradora crin que aprendimos a trenzar? Cómo fue cabalgar, hasta que reparó con sus pezuñas la nocturna soledad? "Te he estado esperando", soñé que me decías luego de las seis de la mañana tras un pestañeo, en la ...
Miguel Ramírez Martínez: hacedor de canciones de la Ciudad de México. Bienvenid@